“ Ya no tengo el valor para amar, quizás porque la vida me enseñó lo contrario, ya no tengo el valor de enfrentar mis miedos, tal vez porque mi entorno me enseñó a convivir con ellos, ya no tengo las fuerzas para gritar, probablemente porque aún así nadie escucha, ya no me quedan ganas de insistir, a lo mejor porque lo he intentado tantas veces que ya ha perdido sentido, ya no tengo ese talento para mentir, tal vez porque comprendí que tarde o temprano la verdad se sabe, ya no tengo la esperanza de que las cosas cambien algún día, probablemente porque el mundo me demuestra día a día que los finales felices no existen, ya no tengo esas ganas de soñar, quizás porque la realidad es muy diferente a los cuentos de hadas. Ya no le encuentro el sentido a vivir, tal vez sea porque perdí demasiado tiempo buscándolo... ”
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